CÁNCER DE PENE

¿Qué es el cáncer de pene?

El cáncer de pene es una enfermedad poco frecuente, con una incidencia muy baja en el mundo occidental.

La edad media de presentación del cáncer de pene es entre los 60 y los 70 años, originándose habitualmente en el glande y en el prepucio.

Los factores de riesgo más importantes son la fimosis (la circuncisión en edades tempranas de la vida protege de esta enfermedad), la falta de higiene, el tabaco, antecedentes sexuales de riesgo, ser portador del virus papiloma humano…

El motivo de consulta suele ser la aparición en el glande o prepucio de una lesión vegetante y exofítica o plana y ulcerosa. Es importante realizar un diagnóstico lo más temprano posible por lo que se debe acudir al especialista ante la aparición de cualquier lesión en pene.

Síntomas

Lo más frecuente es la aparición de una masa, nódulo o pequeño bulto (en torno al 50% de los pacientes), dolor y clínica inflamatoria. Otros síntomas pueden ser picor, quemazón, sangrado, dificultad miccional…

Diagnóstico

    • Exploración inguinal minuciosa: inicialmente es muy importante realizarla para tratar de detectar adenopatías inguinales.
    • Radiografía de tórax.
    • TC toraco-abdomino-pélvico: prueba de imagen más útil para determinar adenopatías retroperitoneales, pélvicas e inguinales.
    • Gammagrafía ósea.
    • Biopsia amplia y profunda de la lesión: establece la confirmación diagnóstico-histológica y resulta obligatoria e imprescindible antes de realizar cualquier tipo de tratamiento.

Tratamiento

El tratamiento del cáncer de pene depende del tamaño, localización, invasividad y estadio tumoral. El tumor primario y los ganglios suelen tratarse por separado.

Hoy en día se intenta el manejo menos agresivo posible individualizando en cada paciente con cirugías conservadoras del pene cuando éstas son posibles. Por tanto, el tratamiento va a depender del tipo de lesión que tenga el paciente y de la localización de la misma realizándose desde microcirugías, en las que se extirpa únicamente la lesión, hasta penectomías parciales o totales.

En aquellos pacientes que presenten ganglios palpables tras el tratamiento se debe realizar una linfadenectomía inguinal bilateral que ha demostrado un aumento importante de supervivencia. Si estos ganglios fueran positivos se debe realizar una linfadenectomía pélvica.

LINFADENECTOMÍA INGUINAL ROBÓTICA

La linfadenectomía inguinal está indicada en aquellos pacientes con cáncer de pene que presenten ganglios palpables tras el tratamiento primario. Si estos ganglios fueran positivos, además, también habría que realizar una linfadenectomía pélvica.

Esta cirugía supone la extirpación de los ganglios que se encuentran en la ingle (linfadenectomía inguinal) y, en aquellos pacientes que lo precisen, la extirpación de los ganglios pegados a los vasos iliacos (linfadenectomía pélvica).

La linfadenectomía inguinal, aunque no supone una gran complejidad técnica, puede presentar complicaciones postoperatorias para el paciente cuando se realiza con cirugía abierta. En cambio, mediante el abordaje robótico o laparoscópico se logra minimizar buena parte de estas complicaciones postoperatorias aunque no es posible su desaparición total.

Esta técnica se aplica mediante la realización de pequeñas incisiones inguinales (5-10 mm) por las que se introducen una cámara y los brazos articulados del robot necesarios para la intervención. Los ganglios se extirpan por una incisión mínima.

Ventajas de la linfadenectomía inguinal robótica:

  • Disminución del dolor postoperatorio y de las necesidades de analgesia.
  • Menor sangrado tanto intraoperatorio como postoperatorio con un riesgo de transfusiones muy bajo.
  • El robot aporta una excelente visión en 3 dimensiones y con un aumento de hasta 10 veces. Esta mejor visión facilita una cirugía más segura.
  • El sistema robótico da Vinci permite al cirujano realizar la intervención sentado a los mandos de una consola desde donde dirige los brazos articulados del robot. Estos brazos tienen una capacidad de giro mayor que la mano humana lo que consigue una libertad total de movimientos (que no es posible con la cirugía laparoscópica). Al tratarse de una zona donde el espacio está muy limitado, la maniobrabilidad de los brazos articulados del robot va a permitir una disección de los ganglios más precisa.
  • Se mantienen todos los principios oncológicos minimizando de forma importante la morbilidad relacionada con la cirugía que es muy elevada.
  • La realización de una cirugía mínimamente invasiva, permite una disminución del riesgo de complicaciones quirúrgicas y sobre todo postoperatorias entre las que destacar la disminución del linfocele, del linfedema y de la infección de la herida quirúrgica. Estos efectos secundarios del proceso postoperatorio aparecen en un número elevado de pacientes intervenidos con cirugía abierta siendo persistentes durante días e incluso meses lo que obliga a largas hospitalizaciones.
  • Disminución importante del tiempo de hospitalización.
  • Recuperación más rápida de los pacientes pudiendo incorporarse antes a sus actividades cotidianas. 

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